Hoy os voy a contar la historia de Helen, la conocí hace unos 20 años mientras organizábamos nuestras respectivas bodas. Durante estos años hemos compartido diariamente nuestras vidas, bodas, divorcios, maternidad…El 2020 iba a ser nuestro año, entre otros muchos planes que teníamos, estaba el deseo de Helen de ser madre y formar una familia.

Y llegó ese momento en que a través de nuestro super grupo de WhatsApp nos comunica  los primeros síntomas, no sabéis que fue aquello, ilusión máxima en un grupo en que todas tenemos ya niños más mayores y adolescentes. De repente un embarazo de nuevo en el grupo pero…todo iba a ser distinto.

El fantasma del Covid apareció en nuestras vidas, en principio Helen siguió trabajando, ya sabéis la típica mujer del norte hecha a sí misma que cree que puede controlarlo todo,  tuvimos que convencerla de que cogiera una baja pues trabajaba cara al público y a unos cuantos kilómetros de su casa, por suerte su médica de cabecera pensó lo mismo. 

El seguimiento de su embarazo fue extraño, con clases prenatales y ecografías a las que no le quedó otro remedio que ir sola. Como ella misma dice

“Los padres no existen en el embarazo hasta el momento del parto”.

Pero nada ella era positiva y para quitarse la espinita pagaron una ecografía 5D, a la cual sí pudo asistir el padre.

Y llegó el momento del parto, en plena segunda ola de la pandemia y con cambio de protocolo: tendrían que hacer PCR antes de ingresar y el acompañante en el parto, en este caso el padre , solo podría estar 24 horas tras el parto. 

Las primeras horas Helen pasó los dolores de las contracciones sola, avisaron al padre en el momento del parto y ocurrió, lo que ocurre en muchos casos, el parto fue largo y acabó con una complicada cesárea, con lo cual el reciente papá se tuvo que ir para casa y dejar a su mujer sola con su bebé.

Pero, ¿ qué absurdo protocolo es este?

¿Por qué no pueden estar juntos si todos son negativos y son unidad conviviente?».

Hasta ese momento Helen jamás se quejó de nada pero ahí sí, en ese momento se sintió abandonada y estafada, empezando por las clases prenatales, las consultas y las ecografías a las que tuvo que ir sola y llegado el momento más esperado de su vida, ese momento único para ambos en el que pueden estar con su bebé y se tienen tienen que separar, el padre en casa con una baja de paternidad, que se supone que es para estar con su familia y ella recuperándose de una cesárea complicada sola con el bebé. Como ella misma dijo en aquellos momentos en que las hormonas jugaban en su contra

«Este momento que tenía que ser maravilloso se ha convertido en un mal recuerdo «

Sola, por supuesto sin visitas y con los problemas añadidos que hicieron que su estancia en el hospital fuera más larga de lo previsto. Helen quiere dejar claro que los sanitarios se portaron de diez, es más  pensaban como ella pues para ellos es una responsabilidad y sobrecarga de trabajo cumplir este absurdo protocolo. 

En nombre del Covid se han hecho y se hacen muchas cosas mal, una vez más sin pensar en los niños ni en los sentimientos y necesidades de unos recién estrenados padres.