Son muchas las peticiones que me hacéis sobre la adolescencia, yo, que estoy empezando con esa etapa, no me atrevo todavía a escribir con soltura y buen humor sobre el asunto, además es complicado hacerlo respetando la intimidad de la familia. Pero en Vigopeques tenemos la suerte de contar con seguidores dispuestos a ayudar y aquí tenemos a Ya soy mi madre que nos amenizará con sus escritos en clave de humor, nos hablará de la maternidad en general en clave de humor, algo indispensable para sobrevivir .


 

En casa, ni novios ni novias. De eso nada. Y no es sólo porque me cueste creer que tengan edad, no. Es mucho más complicado y a la vez más lógico. Del uno al diez, viene siendo once en el nivel de decisiones erróneas que pueden tomar un padre y una madre.

En el mejor de los casos, comparable a que se abra la tarima flotante bajo los pies, modalidad casera de las puertas del infierno.

Párate a pensarlo. Desde el principio, desde que sólo dependían de tí. Van pasando los años, y todo el rato nos interesa qué hacen, cómo lo hacen y con quien. La implicación emocional es grande, porque tiene que serlo. No hace falta ser hipermamá, madre helicóptero o mamásupergen. Un mínimo va con el cargo, siempre.

Pero ahora, unos lustros de nada más tarde, no sé, tocará relajarse, ¿no? ¿Qué sentido puede tener seguir con ese interés?  Quise conocer a los casi bebés del principio del cole. A los que se hacían más íntimos, que venían a casa. A los amigos con los que jugaban en el parque. Incluso a sus padres. A los amigos con los que empezaron a salir.

Pero, ¿a sus novios y novias? ¿Querría? ¿Quiero? ¿Llega con los amigos, no? De uno en uno o en grupo.

Vienen a ver una peli, a hacer trabajos, a cuchichear, a conectarse con los que no están. Pero son amigos. En cuanto uno de ellos o ellas es «noviable», se detecta fácil. Cambian de color, y van por la vida con una flecha encima que les señalan. Sólo hace falta que ese o esa, en concreto, no venga más, ¿no?

Es que hazte una idea. Un pie en casa de un novio o novia y pasamos a DEFCON 1. Que se desencadena todo. Que es cruzar una línea. Y ahí llega todo lo que no estaba previsto. Una espiral de peligro sin fin, un estado de pánico que nunca creíamos que llegaríamos a vivir.

¿No?

Y si ya es pareja declarable, de esas que ya los demás dicen fulanita sale con X, más fácil todavía. Que no, que a casa no. Que tengo una razón de peso, la más poderosa.

Y si no, que baje Vader, que ese si que es padre, y que lo vea. Me puedo encariñar. Y eso supone que si un día se dejan… el bajón, la decepción, la desilusión, la tristeza -todas mías, por supuesto-, pueden hacérmelo pasar realmente mal.

Y a ver si esto coincide con lo que les hemos enseñado. Tanto esfuerzo, empatía, compañía, cuidados, cariño, y que nos lo devuelvan así. Escogiendo lo que prefieren para su vida, comiéndose los días a bocados, viviendo el momento, arriesgando, apasionándose, compartiéndolo o reservándolo, sonriendo, llorando, probando, equivocándose, acertando.

¿No?